El ascenso del oro este año puede haber sorprendido a muchos, no necesariamente por el simple hecho de que esté ganando terreno, sino por la impresionante rapidez de su avance. A USD 4.066 al 20 de noviembre, el metal amarillo ya ha ganado 55 % en el gráfico anual. Además, los precios incluso subieron brevemente por encima de USD 4.300 por onza troy durante el periodo de alta volatilidad de octubre. Eso quizá no parezca tan impresionante en un mundo donde inversores usan acciones y cripto como barómetro, pero para un activo refugio tradicional como el oro, es un giro bastante llamativo. A pesar de alejarse de su récord histórico, 2025 es de hecho el mejor año para el oro desde 1979, y ni siquiera la caída de las acciones globales ha logrado alterar su avance.
Cuando consideramos el contexto global, es comprensible que haya demanda de oro. La incertidumbre geopolítica se profundiza cada día, con tensiones ahora elevadas tanto en Europa como en Centroamérica, mientras la creciente guerra comercial con China amenaza el comercio global. A esto se suma el reciente cierre del Gobierno de EE. UU., la crisis de deuda soberana y la pérdida de confianza en las monedas fiduciarias, creando una receta probada para una huida hacia activos seguros. Pero no son solo los inversionistas quienes están comprando el metal precioso. Esta más reciente fiebre del oro se sostiene gracias a las elevadas compras por parte de bancos centrales en medio de una menor confianza en el dólar estadounidense y la inmadurez actual de Bitcoin como reserva de valor alternativa. En este artículo, veremos todos estos factores y más tendencias clave que probablemente influyan en el precio del oro rumbo a 2026 y más allá.
Reinicio total
El fracaso para acordar legislación fiscal para 2026 llevó al cierre más largo de la historia del Gobierno de EE. UU. Cuando la pausa de 43 días terminó el 12 de noviembre, las cosas no volvieron de inmediato a la normalidad. Los datos económicos y del mercado laboral no se habían informado durante casi seis semanas completas, tiempo durante el cual el miedo y la especulación tomaron el control en ausencia de cifras concretas. No sorprende, entonces, que fuera precisamente cuando el oro alcanzó su máximo histórico por encima de USD 4.300. Sin embargo, el 20 de noviembre la Oficina de Estadísticas Laborales planea publicar sus primeros datos reales del mercado laboral desde entonces, al estar las cifras de septiembre finalmente listas para ser publicadas. No obstante, los datos de octubre quizá nunca vean la luz.
Mientras tanto, la publicación del 19 de noviembre de la más reciente reunión de la Fed del 28 y 29 de octubre reveló profundas divisiones y puso en seria duda la posibilidad de que se lleven a cabo más recortes de tasas antes de fin de año. Las notas incluso muestran que algunos gobernadores fueron reacios a aprobar el último recorte de 0,25 % del regulador en octubre. Claro, esto fue durante el cierre, y ahora que el Gobierno está abierto y se están recopilando datos, es posible que la Fed cambie su sentimiento, especialmente si los próximos informes de empleo e inflación resultan positivos. Dicho esto, los swaps de tasas de interés ahora muestran aproximadamente una probabilidad de 50-50 de una reducción en diciembre, después de prácticamente haber descontado un movimiento de un cuarto de punto hace apenas dos semanas. Además, la probabilidad de que el cierre haya causado daños económicos duraderos es bastante alta, con la Oficina de Presupuesto del Congreso estimando que un 1,5 % del crecimiento del cuarto trimestre se verá eliminado de la economía estadounidense. En cualquier caso, es una situación de ganar-ganar para el oro, ya que no solo se beneficiará del pesimismo asociado con malas perspectivas económicas, sino que si la Fed recorta tasas, también verá mayor demanda por parte de tenedores de efectivo y bonos.
Pico central
La gran diferencia en esta corrida hacia el oro ha sido una velocidad inusualmente alta del ascenso. El metal amarillo saltó 100 %, de USD 2.000 a más de USD 4.000, en solo 18 meses, una velocidad de ganancia casi inédita en los mercados de metales preciosos. Además de la incertidumbre y el miedo general mencionados arriba, que sin duda han contribuido a rallies individuales en el camino, hay más factores que han sostenido este mercado alcista y permitido picos cada vez mayores, evitando simultáneamente reversiones. Estos son una demanda institucional constante y compras generalizadas y consistentes de los bancos centrales en medio de un dólar estadounidense inestable y de bajo rendimiento.
La acumulación de los bancos centrales, particularmente el de China, ha sido la fuerza dominante que respalda las proyecciones del precio del oro hacia 2026. Según datos de Discovery Alert, los reguladores de 23 países reforzaron sus reservas de oro durante la primera mitad de 2025, lo que representa una divergencia clara y coordinada respecto a las composiciones tradicionales de reservas. A diferencia de los inversionistas tradicionales, los bancos centrales suelen acumular durante meses o años y a menudo compran volúmenes significativamente mayores, lo que ejerce una presión de compra constante que ayuda a suavizar reversiones y reforzar los pisos de precio. Con un estimado de 950 toneladas en compras anuales por parte de bancos centrales en 2025, que es alrededor de tres veces el volumen promedio comprado, el oro ahora disfruta de un compromiso institucional sostenido que debería amortiguarlo contra cualquier movimiento de precio a corto plazo. Los principales fondos de inversión también están reconsiderando su exposición histórica a metales preciosos de entre 2 % y 5 %, con los ETF de oro mostrando un aumento interanual de 880 % en entradas para alcanzar USD 14.000 millones en septiembre de 2025. Y a medida que crecen las preocupaciones sobre la devaluación de divisas, la sostenibilidad fiscal y el poder adquisitivo a largo plazo de las monedas fiduciarias, es probable que veamos aumentar esta demanda de oro generalizada.
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