Después del lanzamiento del Green New Deal de Biden hace cinco años, los combustibles fósiles quedaron literalmente en segundo plano. La energía renovable experimentó un crecimiento explosivo, y muchos empezamos a imaginar un mundo sin petróleo ni gas. Sin embargo —como suele ocurrir—, el entusiasmo no duró mucho, y tanto el crudo como el gas natural alcanzaron máximos históricos sin precedentes en el verano de 2022. Tras una gran corrección en la segunda mitad de ese mismo año, el mercado se ha mantenido en una tendencia lateral. Actualmente (13/03), el Brent se cotiza en USD 71,00 por barril, con una caída interanual del 14 %; mientras que el WTI está en USD 67,75 con pérdidas anuales similares. Por su parte, el gas Henry Hub —actualmetne en a USD 4,21— ha subido casi un 40 % desde diciembre de 2024, aunque sigue estando más de un 50 % por debajo de su máximo histórico de USD 8,81 alcanzado en agosto de 2022.
Sin embargo, con el aumento de las tensiones en varias naciones productoras de combustible y la llegada de la temporada de alta demanda por los viajes de verano, la dirección futura de los precios es difícil de predecir. El nuevo gobierno republicano busca desarrollar la industria, aunque el grupo OPEP+ sigue teniendo un control significativo en el corto plazo. En este artículo analizaremos una serie de factores que probablemente afecten la oferta y la demanda en el corto y mediano plazo, con el objetivo de determinar hacia dónde podrían dirigirse los precios en 2025.
Perfora y perfora más
El presidente Trump ha sido claro sobre la necesidad de más combustibles fósiles y ha tomado medidas concretas para incentivar la exploración y comercialización de proyectos de petróleo y gas tanto en EE. UU. como en el extranjero. A principios del mes pasado firmó un decreto para la creación formal de un Consejo Nacional de Dominio Energético con el fin de aumentar la producción nacional. Esto se suma a la autorización condicional de exportación para un gran proyecto de gas natural licuado en Luisiana y la orden dada al secretario del Interior, Doug Burgum, para revertir la prohibición de Biden sobre nuevas perforaciones petroleras en alta mar en las costas este y oeste. El gobierno de Trump también ha puesto su mirada en África, donde los proyectos existentes de petróleo y gas necesitan expansión y modernización para abastecer a los 600 millones de africanos que aún no tienen acceso a la electricidad.
Si bien estas iniciativas probablemente beneficiarán a la industria en general y aumentarán el valor de las acciones de muchas empresas de petróleo y gas, también podrían presionar a la baja los precios de las materias primas debido al aumento de la oferta. No obstante, tales proyectos requieren años para ponerse en marcha. A corto plazo, sin embargo, la posible imposición de aranceles de 10 % sobre las importaciones de petróleo canadiense podría generar aumentos temporales en los precios del crudo, especialmente considerando la debilidad del dólar estadounidense.
Aflojar la tensión
Fuera de EE. UU., el panorama sigue siendo incierto. La tensión sigue alta en Europa, y Medio Oriente se mantiene en una situación delicada. Ambas regiones albergan importantes productores de petróleo y gas, y hasta que no se logre una paz duradera, siempre habrá riesgos en la oferta que podrían hacer subir los precios. En el último informe de inventarios de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, las reservas de gasolina en EE. UU. cayeron en 5,7 millones de barriles —una disminución mucho mayor a la prevista.
Mientras tanto, OPEP+ enfrenta dificultades con el cumplimiento de sus cuotas de producción, ya que el aumento de la extracción en productores clave complica el manejo de la oferta. Kazajistán ha sido el principal infractor, superando constantemente su cuota de 1,468 millones de barriles por día a lo largo de febrero. El viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, ha declarado que OPEP+ acordó empezar a aumentar la producción de petróleo a partir de abril, aunque esto podría cambiar si persisten los desequilibrios en el mercado. En teoría, un exceso de oferta debería causar una caída en los precios del petróleo; pero con una demanda promedio de 102,2 millones de barriles y una reducción de inventarios, es difícil predecir lo que ocurrirá.
En cuanto al gas, el retraso en la puesta en marcha de terminales de exportación de GNL en EE. UU., junto con los cierres periódicos del estrecho de Ormuz, ha dificultado y seguirá afectando el suministro de gas a Europa; lo que podría generar precios elevados. A pesar de los numerosos proyectos de expansión tanto en petróleo como en gas, estos tomarán tiempo en materializarse. En el corto plazo, la acción del precio dependerá en gran medida de la oferta de OPEP+ y del nivel de demanda durante el verano.
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